Salamanca es una de esas ciudades cargadas de cultura, de ansia de conocimiento y de historia; Salamanca es, además, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO por ser una de esas ciudades que se deja conocer invitando a sus visitantes a que se pierdan a perderse en su callejero. Y, por si eso fuera poco, sus noches invitan a la vida nocturna, a salir a pasear, a divertirse en sus ratos de ocio y a continuar disfrutando de cada uno de sus rincones.
¿Cómo podemos sacar provecho a un par de días perdidos entre sus maravillas?
Como toma de contacto, te invitamos a que, al llegar, vayas directo a la plaza Mayor, donde se encuentra el Ayuntamiento. Por allí también te encontrarás con la Casa de las Conchas, que actualmente sirve de Biblioteca Pública, y con el recinto de la Universidad Pontificia, edificios ambos cargados de historia que contar.
No dejes pasar la oportunidad, eso sí, de visitar la Catedral Nueva. En ella, desde la restauración que se le hizo en el siglo XX, y como símbolo de la época en la que fue reparada, se esculpió la figura de un astronauta. A ver si eres capaz de encontrarlo, entre otras figuras poco convencionales, como un demonio comiéndose un helado…
Hablando de la hora de la comida, sería buen momento para hacer un alto en alguno de los restaurantes de la zona centro, pasar un rato agradable en alguno de sus cafés o, por qué no, visitando una de las múltiples librerías que pueblan la zona universitaria.
Si quieres pasar la tarde de museos, te recomendamos el Museo del Automóvil, el Museo Art Nouveau Art Decó, situado en un palacete modernista o el Domus Artium, centro de arte contemporáneo situado en la antigua prisión provincial.
Después, quizá una vista de pájaro te anime a conocer mejor el entorno. Para eso está el atractivo de su Ieronimus, que te permite entrar a las torres medievales de la Catedral para tener una vista incomparable de todo el entorno. Un consejo: dejándolo para la tarde-noche si vas en verano, te encontrarás con que se permiten las visitas nocturnas, por lo que las vistas se vuelven impresionantes. La iglesia de la Clerecía también es una buena opción para subir a echar un vistazo a los alrededores.
El día siguiente puede ser buen momento para comenzar la mañana con un relajante paseo en bicicleta por el parque fluvial, el campus universitario, el casco histórico… Aprovecha esta oportunidad que te ofrece la ciudad a través de su gran cantidad de carriles bici, que rodean el centro de la ciudad y pasean en paralelo al río Tormes.
Para terminar, la segunda tarde podría ser un rato agradable si terminas tu ruta por el centro histórico de la ciudad, perdiéndote entre iglesias y conventos. El convento de San Esteban o el convento de las Dueñas son buenas opciones. Y, por qué no, quizá un paseo por el Mercado Central, edificio de corte modernista.
Sea como sea que organices tu viaje, no dejes de moverte por el casco histórico por el día, de dejarte llevar por su historia y su cultura; y de mezclarte en el agradable ambiente de sus noches.
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